sábado, 24 de mayo de 2025

¿Quién es el dueño de una obra creada por IA?

 Un análisis disruptivo desde la trinchera del Derecho y la inteligencia artificial

En pleno corazón de la transformación digital global, el Derecho enfrenta una pregunta que hasta hace poco parecía sacada de una novela de ciencia ficción:
¿Puede una máquina ser autora de una obra?
Y si no puede... ¿quién es entonces el verdadero dueño de lo que crea una Inteligencia Artificial?
Este interrogante no es solo una curiosidad académica. Está golpeando las puertas de las oficinas de propiedad intelectual, de los estudios jurídicos, y de miles de creadores que usan herramientas como Midjourney, DALL·E o ChatGPT para producir arte, textos, música y diseños.
Un ejemplo reciente lo demuestra: en 2022, la imagen “Théâtre D’opéra Spatial”, creada con IA, ganó un concurso de arte en Estados Unidos. No hubo pinceles. No hubo bocetos. Solo un comando escrito por un usuario y una máquina que lo transformó en algo asombroso.

El Derecho tradicional y su visión del autor

En Bolivia, como en la mayoría de los países que han adoptado el Convenio de Berna, el Derecho de autor se basa en un principio fundamental: el autor es una persona humana.
Según la Ley Nº 1322 de Derechos de Autor boliviana, el creador de una obra es quien la concibe directamente. Esta idea está profundamente arraigada en la noción de que la creación artística es expresión de la individualidad, la cultura y la personalidad.
📚 Como señalan Bently y Sherman (2014):
“El Derecho protege no solo la obra, sino el vínculo entre el autor y su creación, como un reflejo de su humanidad”.

¿Qué dicen los tribunales en el mundo?

La jurisprudencia internacional ya está marcando una línea clara. En 2023, el tribunal de distrito de Washington D.C., en el caso Thaler v. Perlmutter, sentenció que una obra generada completamente por IA no puede ser registrada como copyright, por la simple razón de que no existe un autor humano.
En Reino Unido, sin embargo, la ley permite en ciertos casos que se considere autor a quien realiza los arreglos necesarios para que la obra exista (CDPA 1988, Sección 9.3).
🇨🇳 En China, se han reconocido derechos parciales en obras generadas por IA, siempre que exista intervención humana significativa.
En Bolivia, aún no existe jurisprudencia ni reglamento específico sobre obras creadas con IA, lo que nos enfrenta a un vacío legal urgente.

¿Quién es entonces el autor? ¿El programador? ¿El usuario? ¿La IA?

Algunos sostienen que el humano que escribe el prompt, que ajusta los parámetros y que selecciona los resultados, sí es el autor, en tanto dirige la creación.
📚 Como indica Nicolas Barbieri (2021):
“La autoría en entornos algorítmicos debe comprenderse como una función compartida, donde el usuario humano es un curador más que un creador en sentido clásico”.
Esto plantea la necesidad de revisar nuestras leyes para incorporar la noción de creación híbrida: obras nacidas de la interacción entre humanos e inteligencias artificiales.

¿Qué caminos podría tomar Bolivia?

Nuestro país necesita empezar a debatir y proponer soluciones normativas que respondan a este nuevo paradigma. Algunas opciones posibles son:
1. Modificar la Ley 1322 para incluir obras generadas con participación de IA.
2. Crear un régimen sui generis de protección para creaciones algorítmicas, inspirado en el modelo europeo de bases de datos.
3. Exigir intervención humana comprobable como requisito para el registro de derechos.
4. Incluir cláusulas claras en los contratos de uso de IA, que definan la titularidad de los contenidos generados.

Más allá del Derecho: una cuestión profundamente humana

Este análisis no solo trata de licencias, registros o royalties. Trata de cómo entendemos la creatividad en el siglo XXI. Trata de si queremos que las máquinas creen por nosotros o con nosotros. Trata de proteger lo que nos hace humanos, incluso cuando la tecnología empieza a replicarlo.
📚 Como dice Mireille Buydens, profesora de estética jurídica:
“Estamos entrando a un mundo donde el arte ya no necesita artistas, y el Derecho debe aprender a proteger lo impensado”.

Reflexión final para nuestro contexto

Bolivia no está exenta de este fenómeno. Cada vez más profesionales creativos, publicistas, diseñadores, desarrolladores e incluso músicos están comenzando a experimentar con herramientas de IA generativa. Nuestro marco legal aún no ofrece respuestas claras ni mecanismos de protección adecuados.
Desde nuestro estudio jurídico, hacemos un llamado a abrir el debate, revisar la normativa y anticiparnos a los desafíos que plantea esta revolución tecnológica.
Porque el futuro ya está generando obras… y necesita saber quién las firma.

lunes, 7 de abril de 2025

¿Cómo se está adaptando la formación de abogados a la llegada de la IA?

La llegada de la inteligencia artificial (IA) está transformando la forma en que los abogados se forman, abriendo un sinfín de nuevas oportunidades y desafíos. La IA no solo está mejorando la eficiencia, sino que también está redefiniendo el papel del abogado y la manera en que trabaja. 

Automatización de tareas repetitivas: Imagina que pasas horas revisando documentos, buscando el detalle más pequeño. Con la IA, esos trabajos tediosos ahora pueden automatizarse. La tecnología puede revisar grandes cantidades de documentos legales, identificar patrones y extraer lo que realmente importa, lo que permite a los abogados centrarse en lo que mejor hacen: pensar de manera estratégica y creativa.

Nuevas herramientas tecnológicas en el aula: Hoy en día, los estudiantes de derecho no solo se sumergen en leyes y jurisprudencia, sino que también aprenden a utilizar herramientas tecnológicas que mejoran su trabajo diario. Desde programas para gestionar casos hasta aplicaciones que crean contratos automáticamente, la tecnología les permite ser más ágiles y productivos.

Ética digital: A medida que la IA se vuelve parte del día a día, también surgen preguntas sobre su uso correcto. Los abogados necesitan entender no solo cómo utilizar estas herramientas, sino también las implicaciones éticas de su uso. ¿Cómo asegurarse de que los datos de los clientes estén protegidos? ¿Cómo garantizar que las decisiones basadas en IA sean justas y transparentes? Estas son cuestiones fundamentales que los futuros abogados deben entender profundamente.

Simulación y práctica virtual: Con el poder de la IA, los estudiantes ya no solo aprenden en teoría. Gracias a las simulaciones virtuales, pueden participar en juicios y negociaciones como si estuvieran en una situación real, sin el riesgo de cometer errores graves. Esto les da la oportunidad de perfeccionar sus habilidades en un entorno seguro y realista.

Acceso más fácil a la información: En el pasado, encontrar la jurisprudencia adecuada o el artículo académico necesario podía ser una tarea monumental. Hoy, con herramientas basadas en IA, los estudiantes y abogados pueden acceder rápidamente a toda la información relevante, incluso si no tienen acceso a grandes bases de datos físicas. Esto les permite ser más eficientes y estar mejor informados, sin importar su ubicación o los recursos disponibles.

Análisis predictivo: Imagina tener la capacidad de predecir el resultado de un caso basado en datos históricos. Esto es lo que la IA permite ahora. A través de herramientas de análisis predictivo, los abogados pueden evaluar con más precisión las probabilidades de éxito de un caso, lo que les ayuda a tomar decisiones más informadas y gestionar mejor los riesgos.

Adaptación de los programas de estudio: Las universidades se están poniendo al día. Ya no se trata solo de aprender derecho tradicional; ahora hay programas especializados en "Derecho y Tecnología" o "Derecho Digital". Los estudiantes tienen la oportunidad de profundizar en áreas como la privacidad de los datos, la regulación de la IA o los contratos inteligentes, preparándolos para los nuevos desafíos que enfrentará la profesión.


Interacción con los clientes: La IA también está cambiando cómo los abogados interactúan con los clientes. Los chatbots y asistentes virtuales ahora pueden manejar preguntas básicas o consultas iniciales, lo que permite a los abogados enfocarse en las tareas más complejas y estratégicas. Esta tecnología no reemplaza al abogado, pero sí le permite gestionar mejor su tiempo y ofrecer un servicio más ágil.

En resumen, la formación de abogados está evolucionando a medida que la IA se convierte en una herramienta esencial en la práctica legal. Ya no es solo una cuestión de aprender leyes, sino también de adaptarse a un mundo cada vez más digital y tecnológico. Esta transición no solo ayuda a hacer el trabajo más eficiente, sino que también empuja a los futuros abogados a reflexionar sobre cómo la tecnología debe usarse de manera ética y responsable.